Nuestros abuelos eran  buzos perleros que enseñaron a sus hijos el arte de la pesca.  Crecimos en este lugar y aprendimos de nuestros padres a ganarnos la vida  en el mar.  Por mucho tiempo pescamos tiburones, grandes peces y tortugas.  Eran grandes las montañas de carapachos que se acumulaban en este lugar, porque comer tortuga era también parte de nuestra cultura.

El tiempo pasó y la pesca era cada vez más difícil.  El mar ya no brindaba tantos peces como antes y cada vez era necesario ir más lejos.  Mientras tanto, aumentaban las personas que venían de fuera para ver ese hermoso jardín que estaba frente a nuestro campo pesquero: el arrecife.   Al internarnos en el mar, notamos el daño que habíamos hecho al anclar a los corales que alberga este lugar.

Amigos científicos de la Universidad Autónoma de Baja California Sur nos asesoraron sobre su importancia ecológica y para protegerlo de la sobreexplotación pesquera, nos organizamos y solicitamos al gobierno que creara un área natural protegida. Gracias a esta iniciativa, el día 6 de junio de 1995 se creó esta reserva marina.  Diez años después la UNESCO lo reconoció como Patrimonio Natural de la Humanidad y en el 2008 fue denominado sitio RAMSAR por ser un humedal de importancia internacional.

Cada día, Cabo Pulmo sigue escribiendo su historia.